La Constitución es la ley fundamental y superior de una nación. Organiza los poderes del Estado, crea los órganos e instituciones constitucionales, consagra los derechos civiles, políticos y sociales del individuo y de la sociedad.
La Constitución ordena el país bajo un Estado de Derecho, da estabilidad al ordenamiento jurídico por su tendencia a la permanencia, aunque adaptable a los nuevos tiempos.
En el Estado constitucional democrático la reforma constitucional encierra el ejercicio de la democracia política, alentada por el pueblo, los partidos políticos y los poderes del Estado.
La reforma constitucional es una actividad jurídico-política de gran importancia para el juego democrático estable y abierto. Es un proceso cultural y político que permite incorporar al más alto cuerpo de leyes la forma de ser y querer del pueblo.
En relación a este tema, Peter Háberle expresa que "allí donde un Estado constitucional niega las necesarias reformas, donde equivoca el camino o ignora la necesidad de la reforma, se producen tensiones, que pueden llevar hasta un abierto quiebre constitucional o incluso hasta la revolución y que en todos los casos podrán ser negativos para la comunidad política (...)"