Las tentativas del ser humano para comprender el mundo físico que le rodea son tan
antiguas como su historia. Durante el siglo XVII, Galileo y Newton dieron un paso de
gigante en ese sentido; durante las dos centurias siguientes, sus teorías permitieron un
acelerado avance de la física, que culminó con los trabajos de Faraday y Maxwell sobre
los fenómenos electromagnéticos.
Pero a finales del siglo pasado se comprobó que ciertos fenómenos físicos resultaban
inexplicables según las concepciones clásicas. De los intentos realizados para
interpretarlos nacieron dos nuevas revolucionarias teorías: la de la relatividad y la de los
cuantos. Los científicos que las hicieron posibles, uno destaca claramente: Albert
Einstein. y con razón, porque él fue el creador de la primera y uno de los principales
artífices de la segunda.
La mayoría de la gente está convencida de que las nuevas teorías físicas son
indescifrables para los no especialistas. Muchos se mostrarían escépticos si alguien les
dijera que, en su esencia, dichas teorías son tan comprensibles como los conceptos
newtonianos que aprendieron en la escuela (aunque, desde luego, son muy pocos los
que están capacitados para hacerlas comprender). Pues bien, no sólo es posible escribir
un libro en el que se expliquen los nuevos conocimientos de la física de un modo
perfectamente comprensible para el no iniciado, sino que el propio Einstein en
colaboración con otro eminente físico, Leopold Infeld escribió un texto de estas
características.
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