Todos emprendemos un viaje especial cuando comenzamos nuestra carrera
profesional, un viaje a Ítaca, serán numerosas las jornadas que veremos pasar
hasta llegar a ese destino final. Es especialmente interesante analizar el viaje
profesional qué se está demandando en la actualidad y quiénes lo están demandando,
así como quién nos está dirigiendo en este viaje. Con el fin de poder disfrutar de
muchos días de verano y poder arribar con gozo a nuestra meta final: Ítaca.
Cuando tomamos la decisión de subir al barco que nos llevará a Ítaca solemos
hacerlo con un equipaje algo dispar, más ilusión y expectación que experiencia. Equipaje
que cambiaremos y modificaremos una y mil veces, lo perderemos y crearemos
de nuevo en algún puerto de nuestro itinerario. ¿Qué puede influir en este cambio?
¿Qué nos puede ayudar a sacar lo mejor de ese viaje? ¿Quién nos empujará a que
nuestro pensamiento sea elevado?
Son múltiples los elementos que influirán en que nuestro viaje a Ítaca sea de provecho,
factores que responden en manera directa e indirecta a estas preguntas. Entre
ellos destacan las realidades profesionales en las que podamos trabajar (los puertos),
los sectores en los que nos desarrollemos (mercados de Fenicia) y los puestos a los
que podamos optar (las bellas mercancías).
Entre los diversos factores aquí señalados y otros que podríamos añadir, destaco
el estilo de liderazgo y el líder que nos guiarán a lo largo de este viaje único (acude
a muchas ciudades del Egipto para aprender, y aprender de quienes saben). El líder
tiene como misión conseguir que los tripulantes saquen lo mejor de sí mismos, que
desarrollen sus talentos intrínsecos y aprendidos, siendo el valor añadido del mismo.
Quizá ahora más que nunca nuestro viaje profesional se parezca al viaje a Ítaca
de Kaváfis, pues empezamos en un puerto (una empresa/organismo/universidad) y
pasamos por muchos otros antes de llegar a Ítaca. Como los diferentes Lestrigones y
Cíclopes (crisis, perfil polivalente frente a perfil especializado, nuevos paradigmas
personales y profesionales) se hacen más patentes. Es precisamente en un viaje como
éste en el cual el tripulante debe poner en práctica aquello que realmente le puede
ayudar a llegar a Ítaca, utilizar el talento como garantía de éxito en este viaje, siendo
en una realidad así como los verdaderos Ulises se forman.
Hay un denominador común en todos los viajes que emprendemos los diferentes
profesionales a Ítaca y es la necesidad de desarrollar el talento, de crecer gracias a él,
como respuesta determinante ante el actual viaje profesional. Siendo la guía y el guía
del mismo (Ulises), una clave en este desarrollo del talento hacia Ítaca.
Sabemos que vamos a Ítaca, pero realmente no siempre sabemos qué significa
Ítaca. Juega un papel fundamental en este saber qué es Ítaca, la persona, el Ulises que
nos guía hasta allí, su manera o estilo de llevarnos para que en cada parte del viaje
podamos no sólo llevarnos las mejores mercancías sino conseguir que nuestro pensamiento
sea elevado y una exquisita emoción nos penetre el alma.
Muchos son los estilos posibles de dirigir el navío hacia su destino, todos ellos adaptables
y necesarios ante las diferentes situaciones, si bien uno debe ser el denominador
común de todos ellos, que todos partamos a Ítaca, con Ulises, y lleguemos siendo un
Ulises, como profesionales, como personas competentes, es decir, iniciamos el viaje a
Ítaca con un Ulises y llegamos a Ítaca siendo todos Ulises, todos líderes.
El liderazgo basado en la Inteligencia Emocional, en la comprensión y gestión de las
emociones, permite crear ambientes creativos y fluidos, óptimos para dar respuesta a
los retos actuales complejos y de ruptura continua frente a la realidad precedente.
Puede que todos partamos de un puerto en el cuál haya un estilo de liderazgo
más marcado que otro, pero todos ellos presentan una base común el desarrollo
paralelo de una parte importante de nosotros «nuestras emociones» del motor de
nuestras acciones, a través de las diferentes competencias claves de la Inteligencia
Emocional conseguimos asentar un liderazgo como pilar clave de los demás estilos
de liderazgo.
En realidad el Ulises del siglo XXI no tripula un navío sino un ordenador, desde el
cuál entra en contacto con otros mares y océanos. Quien debe ser como siempre un
experto marinero, conocer bien cuáles son las demandas que en cada uno de los
puertos encontrará pues de eso dependerá el éxito de su viaje.
En esta travesía de autoconocimiento y desarrollo de nuestro lado emocional es el
coaching una metodología adecuada que nos permite potenciar y mejorar nuestras
competencias emocionales como base de nuestro liderazgo personal y profesional. El
coaching facilita la introspección y la personalización del aprendizaje, facilitando que
cada uno de nosotros pueda adecuar su crecimiento personal a sus necesidades y circunstancias.
En el proceso de metamorfosis hacia nuestro propio Ulises el coaching favorece
que tomemos consciencia de quienes somos y quiénes queremos ser. Nos permite
establecer cuáles son las mejores paradas en nuestra ruta y cuáles son las mercancías
que garantizarán mejor el éxito en la misma. El coaching al igual que el viaje a Ítaca
nos hará partir como coachee y llegar a ser nuestro propio coach, nuestro propio líder
de crecimiento y desarrollo.