Pocos destinos provocan tantas sensaciones como Grecia. La Grecia de la literatura , contada por autores como Gerald Durrell o Henry Miller. La Grecia del pensamiento, de la filosofía... La Grecia clásica, y también la Grecia cotidiana, protagonizada por el Mediterráneo, la luz del sol, los pozos blancos, las olivas, el ouzo, las playas recoletas. La Grecia mitológica que nos lleva a viajar al laberinto del Minotauro y a la bella Ariadna, la Grecia intemporal, en la que la vida transcurre a un ritmo que parece detenido.
En palabras de la autora: "este es un relato de un viaje nostálgico . Con la pura esencia griega de los "nostos" las aventuras de un retorno marítimo en una nave no totalmente física, sino también del espíritu y del crecimiento interior, la transformación antes de volver a casa.
Como en la Odisea, el que partió y el que llegó tras sucesivos naufragios y desembarcos en orillas desconocidas, no es el mismo".
En toda aventura debe haber un viento ; el que nos empuja para concluir y el que nos da la energía vital. Si nos falta, languidecemos. El que impulsa en la dirección adecuada. Y aquí entra en acción la segunda parte de la palabra: lo álgico, el dolor, la pena por la distancia. Ulises no hubiera vuelto de no ser por su añoranza. Lo curioso sucede cuando la añoranza surge de la tierra recién descubierta más que del hogar dejado atrás.
"Hace algunos años comencé a escribir un blog sobre mis navegaciones por Grecia abandonando la secuencia racional del viaje, pues al fin y al cabo, no era uno solo sino muchos los que intentaba relatar extendidos en el tiempo fugaz que abarca veinticinco años. Durante estos múltiples periplos encontré que el acento y la gracia no siempre están donde uno busca, si no que más bien salen a tu encuentro disfrazados de simples conversaciones e incidentes, si tú estás predispuesto para ello y sabes entornar tus ojos humildemente para verlos.
Todo en Grecia me parecía cautivador y emocionante cuando la conocí, e incluso ahora, cuando se pierde un poco de inocencia y de frescura, no hay día heleno que no me recompense con una sana felicidad.
El misterio griego es esa sensación inquieta, ese aire denso lleno de olores, sonidos, sentimientos y reflexiones de otros que ya pasaron por aquí y los dejaron prendidos de las piedras; nosotros los recuperamos y los hacemos nuestros.
El extranjero sensible contempla a la vez el paisaje real y las imágenes atascadas de su infancia, donde valientes personajes desafiaban a dioses e inclemencias en su camino para alcanzar la areté, la excelencia y pedían morir con honor antes que una vida anodina".