H.P.Lovegrove
Brinda una nueva historia relacionada con Balroth, da inicio la venganza de Balroth y sus hermanos en contra de Felipe De Molay y su nieto, hijo de Mölhrrok, hermano de Balroth, Dios de la Ira Cósmica.
Les presento el primer borrador de lo que espero se convierta en una historia épica. Como fan del Señor de los Anillos y H.P.Lovecraft, he mezclado un universo que obedece a las reglas de la magia y lo abismal. Cuento con las criticas sobre mi trabajo para mejorarlo, aun sigue la escritura de este volumen pero por razones personales he decidido iniciar con la publicación de este borrador. El precio del libro será accesible para los interasados, su ayuda es esencial para continuar con este proyecto.
Si alguien esta interesado en colaborar con este libro son bienvenidos, este es mi correo personal: jose.gustavo.1989@gmail.com
Corría el mes de septiembre; el aire sobre las colinas francesas se sentía frío y rígido, pero eso no desanimaba el humor de Lorenzo De Sable, un niño, pequeño en estatura, pero no en determinación.
Se le dijo que no jugara sobre el área del viejo molino. Ya antes se le había atrapado haciendo de las suyas, aun con todo y amenazas, Lorenzo no desistía de su idea. Él estaba decido a pasarla ahí, jugando al rescate de la doncella, cuyo juego era su preferido. Historias variadas y coloridas sobre su padre se han contado todas las noches alrededor de la chimenea. Todas narra las aventuras y las conquistas de las que fue partícipe y protagonista. Roberto De Sable era un nombre muy conocido por todas las tierras. Algún día, el nombre de Lorenzo De Sable sería igual de famoso. Para eso entrenaba Lorenzo, su juego no era más que su entrenamiento, debía ser el más fuerte de todos.
—Heme aquí, dragón. Tienes mi palabra de que no te lastimaré si la liberas—usaba una rama como extensión de la espada que le era faltante. La negociación salió mal, el dragón atacó, Lorenzo asestó con la punta de su espada el pecho del dragón y de este las llamas de su estómago comenzaron a salir. El último rugir del dragón fue escuchado por todo el reino imaginario y todos aplaudieron la osadía de Lorenzo De Sable. La princesa fue a darle las gracias por su caballerosidad, un pequeño, pero muy intenso beso sobre su mejilla le fue impreso. Por dentro temblada y su espada dejo caer sobre la lava. Naturalmente se sintió avergonzado.
A lo lejos un viejo carro era tirado por dos bellos caballos, ambos de color marrón, con sus siluetas de distinto color. Un hombre viejo, por lo que lucía una barba muy áspera y gris, lo conducía. No tenía un ojo, solo llevaba al aire libre su cicatriz, producto de un terrible enfrentamiento. Lorenzo observó esa carreta de color vino, llevaba unas marcas sobre la madera, cruces de muchos tamaños y formas lo adornaban. No era un simple campesino pensó. Tampoco un duque u otra persona de la alta casta. El hombre viejo poseía una armadura un tanto tosca, blanca como las nubes, con sus raspaduras y sus abolladuras. Detuvo la marcha y con su mano le pidió a Lorenzo que lo auxiliara.
—Buenas, mi señor—dijo Lorenzo al estar lo suficientemente cerca como para acariciar a los caballos, le eran de suma fascinación.
—Se llaman, Guillermo y Alejandro.
—¿Cómo dijo, mi señor?
—Los caballos, niño. Se llaman, Guillermo y Alejandro.
—¿Los caballos pueden tener nombre?—preguntó Lorenzo con la dulce ignorancia de un niño. El mundo aún no ha lo puesto a prueba.
—Por supuesto, niño. Todos tienen nombre, al igual que nosotros.
—¿En qué puedo ayudarlo, mi señor?
—Vengo buscando la finca de la familia De Sable, ¿Conoces el lugar?
—Mi nombre es Lorenzo De Sable—sonrió, se sentía emocionado.